La noche que se asoma
detrás del horizonte
se impone misteriosa
se cuela entre los montes.
Y con su manto negro
le da fín a la luna
dejando entre penúmbras
mi obscurrecido lecho.
Y complíce de mi alma
me invita a recordarte
y solo con llamarte
enciende en mi la llama.
Y en el reflejo obscuro
adivino tu rostro
que se asoma meloso
y me quiere tocar.
Hasta siento tus ojos
posados en los míos
cuál breves desvaríos
cuál rafágas de amor.
¿Tu boca?...Tu boca gime
rozandome los labios,
cándentes pasionarios,
ansiosos de besar.
Y tu aliento que quema
como lúmbre de hoguera
se cuela aquí en mi rostro
dejandome soñar.
La noche es la culpable
de aumentar la agonía
de soñar que eres mío
y luego despertar.
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