Sentados a la mesa
conversaban
la sed de amar y el disímulo
llorando paso mis noches
-inquirío aquélla-
y solo por hacerte los honores.
Aveces,cuándo duermo me despierta
la furia de sentir mil emociones
más callo y agonizo en la pereza
de seguir aparentando gran decencia.
Le contesta el disímulo objetante:
-A mí tu me bautizaste-
¿ Y acaso valió de algo la pena?
Si vivies con el alma desgarrada
vacía de sentir y de placeres.
Así se acostumbra en sociedad
-responde con ansío la sed de amar-
sín antes preguntarle al corazón
si late esperando un gran amor.
Confunden libertad con podredumbre
y orillan al deseo a esfumarse
dejando un sueño frío e inconcluso
y una mujer vacía y sollozante.
Responde el disímulo:
-entonces no me hagas responsable-
Tu goza de la vida y sus placeres
tal vez con disimulo tu lo logres
y dejes olvidada la tristeza
en caja de oropel y sin sabores.
Al fin en este mundo todos viven
pendientes del amor y sus placeres.
Te doy la dicha plena de que vivas
gozando de pasiones y de amores
total aquí entre nosotros queda
la sed de amar y el disímulo.
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