viernes, 21 de noviembre de 2014

Me duele hasta el horizonte.

Que dolor tan grande
invade mis sentidos
que me deja cansada,
impotente;
es como ir 
al campo de batalla
desarmada,
sin vaina ni espada.

Es tan fuerte y tan profnndo
que me deja sumida
en el fondo de un pantano
fétido...arenoso...
con los ojos mirando hacia el cielo
y los pies..
ara~ando mis pasos.

Sín embargo,
me resigno...
sacudo mis alas
y vuelvo al camino
no hay remedio
me tropiezo una vez
y miles me levanto;
pero sigo.

A pesar de que llevo en mi alma
como un yugo
o un terrible castigo
y me quedo mirando a lo lejos
hasta donde se pierde
el camino.

Que dolor tan inmenso
no se lo deseo ni al peor enemigo;
yo me quedo con mi cruz a cuestas
impotente,
con los ojos mirando hacia el cielo
donde empieza la luz 
de mi ocaso.

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