Una flor marchita
que pierde su brillo
y cae por el viento
no florece más.
Y las hojas secas
que virerten las ramas
y caen por el suelo
inmóviles van.
Y aquélla gaviota
que cruzó los mares
con las alas rotas
ya no vuela más.
Y el tiempo silente
aumenta su marcha
cuál péndulo vivo
inhóspito andar.
El alma enmudece
y el corazón calla
no hay queja ni llanto
murió su penar.
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