Es como cuando el viento
se enfurece, y ruge
y en su estrepitoso correr
se lleva consigo
todo aquello que viene a su encuentro.
Entonces, las horas se sienten
interminables;
y se apodera de ti
un gran miedo,
seguido de un silencio
agotador.
Entonces ves como llora
el día,
y la noche se vuelve
fría,
y algunos caen
al antojo de las ráfagas
que se lleva consigo
hasta los sueños,
y los deseos.
Y las sombras bañan al alba
para dejar el día
mas opaco
que aquel cristal
que empañaron mis ojos
cuando me hiciste llorar.
Entonces, todo calla;
parece que a lo lejos
se asoma un pedazo de cielo,
y mi corazón tiembla de nuevo.
Y mi piel se achina,
como si tuviera miedo
de ver regresar el viento;
aquel mismo
que se llevó en su andar
todo lo que vino a su encuentro.
Aída Alanís.
Marzo 09 2016
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