Ahogo mi tristéza
en los pétalos de una rosa
y bebo de una copa
de un amor que no será.
Acaso un día
cuándo amaínen las olas
y la quietud del alba
me regrese la paz.
Embarque en naves mansas
la esperanza que aflora
cuál frágil mariposa
y atraviese un volcán.
O quizá inclemente
se acerque a mi la sombra
de aquél pasado hiriente
y me cubra en su mal.
A veces me pregunto
si muere la alegría
o marchita en mi prisa
mi vida quedará.
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