Quién gozara mujer
de tu belleza,
y de tu místico encanto
que enamora
que comparo mujer
a tu nobleza
con la tenue fragancia
de las rosas.
Quién pudiera ser tu
de piel y alma,
alcatráz de deseos
y venturas,
regocijo de miles
de aventuras
más la calma del mar
en su bravura.
Y mirarse en el cielo
de tus ojos
y robarle a tu boca
un mar de besos,
y tu risa gozar
con embeleso
cada noche
cuándo sale la luna.
Quién pudiera
ser templo de pasiones
la dulzura de aquél
que te acaricia,
dibujar en los labios
la sonrisa
a pesar de sentir
mil emociones.
Quién pudiera mujer
ser como niña,
y alegrar con su risa
cristalina
el comienzo de un fín
que se avecina
el otoño...
donde mueren las rosas.
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